lunes, 19 de marzo de 2012

NUNCA DIGAS ADIOS

Desde la nada, fundido en el abismo más profundo, pero agonizando todavía a pesar de todo, emplearé mis últimas fuerzas, las últimas que me quedan, para hacer una última reflexión personal antes de desaparecer siempre.

Sin hacer un análisis amplio me atrevo a señalar tres grandes aspectos que desde mi punto de vista están caracterizando el ambiente social de estos últimos meses: el aumento constante de la precariedad, el desconcierto generalizado con una sensación creciente de miedo y el deterioro de una generación de jóvenes cada vez más desengañados de todo.

La gentuza política y  demás medios de comunicación a su servicio, se encargan de recordarnos a diario un conjunto de cifras y palabrería económica que han llegado a convertirse en la comidilla de todo tipo de conversaciones. Hasta el más analfabeto habla hoy de economía. No sé si habrá existido algún periodo de nuestra historia en la que se haya hablado y debatido tanto sobre deuda, presupuestos, índices macroeconómicos, solvencia financiera, intereses...etc. en definitiva conceptos hasta ahora exclusivos de los expertos en la materia ahora todo el mundo los comenta.  Los gobiernos intentan convencernos que todos estos datos nos dan la medida de nuestros problemas y nos marcan el camino a seguir, pero para la gente de a pie le basta simplemente con mirar a su alrededor y comprobar que la precariedad y la pobreza están llamando ahora en este instante a muchos hogares. Pero  por encima de cualquier indicador financiero se encuentra la perdida de seguridad y confianza en el sistema, sobre todo en los jóvenes, que no sólo ven frustradas sus intenciones de trabajar en aquello para lo que están preparados, sino que descubren que se les quiere robar su capacidad de decisión y hasta la libertad de lo que quieren hacer con su vida. Se impone imponer y precarizar para esconder la vergüenza de no saber cómo acabar con el problema del desempleo. Porque esta reforma laboral no busca crear empleo sino engañar las estratosféricas cifras y maquillarlas. Porque sin ningún modelo de crecimiento económico y a base de esclavizar a la gente y precarizarlo todo es evidente que no vamos a ir muy lejos.

Se mira a los políticos esperando respuestas y solo encontramos dudas, predicciones fallidas, mentiras y promesas que no se llegan a cumplir. No deja de tener gracia que la misma clase dirigente que ahora hace bandera de la austeridad haya sido responsable hasta hace 4 días,  de todos los derroches, despropósitos y corruptelas inimaginables. A estas alturas ya se ha podido comprobar que sus políticas de ajuste no están sirviendo para nada: sólo crean más precariedad, más inseguridad y más miedo al futuro. Solo ver que nuestro sistema económico y social se rige por los mismos principios de antes de la crisis: prioriza el beneficio económico por encima de todo, mercantiliza todo lo que toca, siempre tiene que crecer a toda costa y para conseguirlo, si debe sacrificar o excluir a personas, lo hace sin pudor. Y hasta los mismos bancos desencadenantes de esta crisis financiera son los únicos beneficiarios de las únicas ayudas que se conceden hoy día. Es el mundo al revés.

¿Qué hacer ante todo este despropósito? ¿Se puede hacer algo? En mi opinión algo se puede hacer: Revisar nuestro modelo de consumo y reeducarnos en una idea de “bien-estar” que no se reduzca al mero disfrute de bienes materiales. Deberíamos ser capaces de vivir mejor con menos, no porque nos impongan recortes y austeridades, sino como consecuencia de una transformación que haga crear las condiciones para aceptar un estilo de vida con otros valores. En este nuevo modelo es seguro que tendremos que renunciar a muchas de nuestras comodidades pero también a muchas esclavitudes. Tendremos que poner en valor las oportunidades que se nos puedan presentar: trabajar para vivir y no vivir para trabajar, profundizar en una cultura de solidaridad sin exclusiones, disfrutar de un entorno natural sano y respetuoso a la vez con el medio ambiente, universalizar el acceso a salud y educación…etc. suena a utopías pero hoy por hoy no podemos aspirar a menos.

No perdamos el tiempo y no nos engañemos responsabilizando de todo únicamente a políticos, banqueros o empresarios, porque hacer algo así es reconocer que no podemos hacer nada por nosotros mismos, y aunque sea en lo pequeño o en lo simbólico tendremos que asumir que es necesario ir dando pasos para conseguir un mundo más justo para todos.

Y aquí acaba este blog, ya no me quedan fuerzas para seguir. Las he perdido y no sé si alguna vez las volveré a recuperar. Cansado, fatigado mentalmente y sin ilusión ninguna por nada es muy dificil mantenerse. Por tanto me tomaré un tiempo indefinido sin publicar nada y como no sé si algún día volveré, dejaré esta página en estado de hibernación o en OFF como prefieran. Solo el tiempo se encargará de finiquitarlo si no vuelvo. De todas maneras como saben no se pierden nada.

No tengo mucho mas que contar, lo único agradecer que me hayan aguantado, soportado, seguido y leído enriqueciendo este blog con sus opiniones y comentarios, a todos os deseo lo mejor. No me gusta decir adios, así que me despido con un hasta luego que como ya les he dicho antes nunca se sabe. Mucha suerte a todos y procuren ser felices que aunque sea un estribillo muy oído solo se vive una vez.