viernes, 24 de mayo de 2013

MEDITANDO CON MARCO AURELIO


Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: “Despierto para cumplir una tarea propia de hombre”. ¿Voy  pues a seguir disgustado si me encamino a  hacer  aquella  tarea  que justifica  mi existencia  y  para  la  cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme entre pequeños cobertores? “Pero eso es  más agradable.” ¿Has nacido pues para deleitarte? Y en suma ¿Has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los pajarillos, los arbustos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden  del  mundo? Y  tú entonces, ¿Rehúsas  hacer lo que  es  propio  del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza? “Más es necesario también reposar”. Lo es; también yo lo mantengo. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo,  como  también  ha  fijado  límites  en  la  comida  y  en  la  bebida  y  a  pesar de eso ¿No superas  la  medida  excediéndote  más de lo que es suficiente? Y en  tus  acciones  no  solo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de  tus  posibilidades. Por consiguiente no  te  amas  a  ti  mismo,  porque ciertamente en aquel caso amarías tu naturaleza y su propósito.

Meditaciones,  libro V
Marco Aurelio

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