Al
amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti
este pensamiento: “Despierto para cumplir una tarea propia de hombre”. ¿Voy pues a seguir disgustado si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído
al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme entre pequeños cobertores?
“Pero eso es más agradable.” ¿Has nacido pues para deleitarte? Y en suma ¿Has
nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los pajarillos, los
arbustos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia,
contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tú entonces, ¿Rehúsas hacer lo
que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu
naturaleza? “Más es necesario también reposar”. Lo es; también yo lo mantengo.
Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida y a pesar de eso ¿No superas la medida excediéndote más de lo que es suficiente? Y en tus acciones no solo no cumples
lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por
consiguiente no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amarías tu
naturaleza y su propósito.
Meditaciones, libro V