Me ha venido a la cabeza las palabras del
reciéntemente fallecido Steve Jobs, “la muerte quizás sea el mayor invento de la
vida”. Un tipo que dijo que lo mejor que
podemos hacer es vivir sin miedo.
Alguien que siempre hizo lo que le gustaba, que supo vivir y darle un
gran sentido a su vida. Se entregó a su
pasión sin reservas. Y fue feliz. ¿Qué envidia verdad? Porque no se
confundan, se puede haber sido feliz
viviendo solo cincuenta y poco años. No
necesariamente tienes que haber sido
feliz si has vivido un montón de años.
No tiene nada que ver. Solo tienes que
encontrar tu gran pasión y vivirla plenamente.
Pero ahí está el problema, en encontrarla. Y Steve Jobs lo consiguió. Porque al fin y al
cabo todos queremos creer que estamos en esta vida por algo. Y es que tenemos solo una vida. Y tenemos
solo el presente. Él ahora es lo que vivimos. El ayer ya no tiene remedio y el
mañana a pesar de que podamos planificarlo todo lo que podamos siempre tendrá
incógnitas e imprevistos de todo tipo
porque así es la vida. Lo que si que está claro es que alguna vez moriremos y abandonaremos este miserable mundo corrupto y egoísta. Todo lo que nace muere, es una obviedad. Y una vez muertos solo viviremos en el recuerdo de nuestros familiares y amigos y estos a su vez cuando mueran, ya se habrá olvidado por completo nuestro rastro en este podrido planeta. Será como si nunca hubiésemos existido. Ya ni siquiera un recuerdo, tan solo una inscripción con un nombre en una tumba olvidada de tantas, llena de mierda de cualquier cementerio. O si nos incineran ni siquiera eso.
La muerte, ¿qué habrá después de ella? Es ese gran misterio de misterios. El hombre frente a la eternidad. Por mucho que avance el
ser humano con el paso del tiempo en ciencia, tecnología, innovación, etc... siempre tendremos que conjeturar con respecto a esta gran perspectiva.
Seguramente sea siempre para el hombre su mayor incógnita. Nada tendría que
importarnos la muerte si vivimos plenamente, como si el mañana no existiera,
como si fuera nuestro último día o el primero del resto de nuestras vidas.
Perdámonos en nuestras alegrías y mandemos al garete todo lo demás. Así tendría
que ser pero no es tan fácil, el ser humano está lleno de prejuicios y además
es cobarde. Steve Jobs era todo lo contrario y por eso triunfó donde la gran
mayoría fracasa y se conforma con su mediocre vida.
Pero es al final del día, en la oscuridad de
la noche y del cuarto de nuestra habitación, cuando nos envuelven las tinieblas
y el frío, cuando atrapados por el sueño y el cansancio del día nos acostamos,
hacemos balance del mismo y nos preguntamos ¿Es esto mi vida? ¿Es esto
realmente? Y sobre todo ¿Vale la pena?
Creo que sí vale la pena, si recordamos, que solo estamos de paso, desde el día que nacemos.
ResponderEliminarSi nos recuerdan bién y sino también, que más dá si nosotros, ya no estaremos para verlo.
Un abrazo.
Vale la pena tener la capacidad de pararte a pensar un día en este tipo de cosas. cogerla por los cuernos mirarla a los ojos y ser capaz de hacer con ella lo que te apetezca. La vida vale si la haces tuya.
ResponderEliminarun abrazo