Las consecuencias de no tomarse en serio estas cumbres son muy graves. Todos lo sabemos. Los gobiernos los primeros. Que raro es el país que no tiene que destinar todos los años a paliar los efectos de algún desastre natural. Como vemos a la larga, la política del no hacer nada como siempre sale caro.
Según un documento publicado por la ONU, en 2009, bajo el título: “En busca de refugio, localizando los efectos del cambio climático en las migraciones y desplazamientos humanos”, para el año 2050, más de 200 millones de personas afectadas por el cambio climático migrarán hacia otros países. En la actualidad se calcula que más de 40 millones de personas ya salieron de sus países de origen expulsadas por las sequías e inundaciones. Si en la actualidad ya existen cerca de 200 millones de personas viviendo fuera de sus países de origen, en unas décadas más esa cifra se duplicará como consecuencia del cambio climático. ¿Serán conscientes de esto los principales países responsables de esto? Yo creo que no.
Los países ricachones e industrializados, podrán acordar políticas de control más represivas y duras contra la inmigración indeseada. Levantar los más altos muros de contención en las vergonzantes fronteras entre la riqueza y el empobrecimiento (como el muro entre los EEUU y México o a las orillas del Mediterráneo). Podrán amurallar todo el hemisferio Norte para protegerse de la “avalancha” del Sur empobrecido. Pero, el enojo causado a la Madre Naturaleza por el irresponsable desarrollismo consumista, expulsa una creciente e incontenible migración caótica y anárquica. Que triste. Esto es lo que nos hemos buscado.
Mientras los gobiernos y las sociedades del mundo industrializado no estén dispuestos a cambiar su estilo de vida toxicómana, el descontrol climático, demográfico, político, económico, energético, alimentario, será tal en el mundo que las buenas intenciones de las ayudas humanitarias sólo servirán para tranquilizar conciencias nerviosas que saben que más temprano que tarde la Madre Tierra también les pasará la factura a ellas. Y, sólo, entonces, quizás nos demos cuenta de la inmensa tragedia que ya se está desencadenando en muchos puntos de nuestro planeta. Lo malo del no hacer nada y no tomarselo en serio es que los desastres naturales, cada vez con mas frecuencia y mayor virulencia, nos afectarán a todos sin excepción y no habrá ningun lugar en este mundo que nos libre de la terrible cólera y enojo de la naturaleza.
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