viernes, 2 de septiembre de 2011

EN EL UMBRAL DE LA PUERTA

Erase una vez un chico que vivía con mas pena que gloria en un mundo cruel donde creía que en él no encajaba. Era como si no hubiese encontrado nunca su sitio, como si estuviera perdido en medio de ninguna parte, como una pieza de puzzle que no entra en el rompecabezas.
Pasaban los años y aquel chico se sentía cada vez mas frustrado, mas triste, mas desesperado, mas solo, mas a la deriva de una vida que no quería vivir y no sentía como suya. Era como si estuviese atrapado en un bucle donde todo era frustrante y pesaroso.
Y pasaban mas años y la melancolía y la tristeza se hicieron perennes hasta tal punto de formar ya parte de él, de su forma de ser.
Un buen día le ocurrió algo maravilloso, algo verdaderamente demoledor, algo que daba sentido a su vida, la llenaba por completo y le hacía encajar de verdad en este puñetero mundo. De repente una puerta se abría y rompía el bucle. Un torrente de aire fresco y puro bañaba su rostro en una felicidad tal de emociones indescriptibles. Contemplaba aquella visión casi sobrenatural como si de un mundo mágico se tratara. Era extraordinario. Con esto por fin su vida tenía sentido y un sentido casi celestial.
Pero aquel buen chaval tenía un defecto importante. Había crecido toda su vida en medio de la tristeza y melancolía y esto había dejado en él un carácter muy duditativo, muy parado, muy vacilante incapaz de nada. Entonces sin quererlo, empezó dentro de él una terrible lucha interior, una guerra sin cuartel, cruel y despiadada  por cruzar el umbral de la puerta hacía el paraíso.
En medio de esta guerra diabólica de sufrimiento y duda seguía cuando le aconteció lo mas inesperado que podía imaginar. Entró sin llamar en su vida una chica, la mas buena y dulce que jamás hombre alguno podría conocer y soñar. Una mujer con unos valores y unos sentimientos dignos del mas perfecto de los ángeles, y una sonrisa capaz de derretir a la más inhumana de las bestias.
Pero había un inconveniente. Como ya he dicho este ángel de amor llegó en mitad de una guerra, una dura batalla contra si mismo por cruzar el umbral de la puerta, una lucha despiadada con muchos daños colaterales muy dañinos. Estos efectos colaterales comenzaron a afectarla a ella muy profundamente, hasta tal punto de hacerla sufrir, con bastante pesar de corazón de nuestro buen protagonista.
Como les contaba ella sufría irremediablemente en medio de esa contienda y él lo sabía. Y empezó a sufrir viéndola sufrir. Pasaron las semanas, y con las semanas meses y no había cambios en ningún frente. Un día no pudiendo soportar más estar contemplando aquella injusticia que se cernía sobre su amada, decidió dejarla para que recuperara su paz y su alegría. Al menos sin él no sufriría. Con el corazón destrozado de dolor, la vió marchar hacia el horizonte, alejándose poco a poco de manera paulatina pero inexorable. Tuvo que dejar ir a una mujer con la que sabía que sería feliz, pero aquella terrible y celestial visión que veía a través del umbral de la puerta le seducía de manera casi hipnótica y enfermiza.
Mientras veía como se alejaba, ya un punto en el horizonte, tuvo que volver a la refriega de la batalla, a la dura lucha interior, desquiciada y brutal de si mismo que prometía conducirle a un mundo y una vida nuevas.
Pero de repente algo pasó, algo que le pilló desprevenido y con el paso cambiado, algo que le descolocó por completo. La puerta se cerró con un gran estruendo sumando a nuestro protagonista en la desesperación mas absoluta. La guerra se había perdido, su cruel destino le había vencido y la puerta mágica hacía el mundo celestial se esfumó para siempre. Y lloró, lloró muy amargamente.
Hoy todavía sobrevive. Muy pocos son los que le ven, vagabundea siempre triste y solitario. Es como una sombra,  ya ni siquiera siente ni padece, un vegetal, algo vivo pero muerto, inerte, arrastrándose por el fango de un destino fatal y por si mismo a la catástrofe. Cuentan los pocos que le ven, que todavía hoy  sigue oteando el horizonte......

2 comentarios:

  1. coño..espero que ese no seas tu...pero me he sentido identificado en cierto modo por aspectos de mi vida,,

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  2. Bueno, unas partes son ciertas y las otras no tanto, en todo caso es un cuento triste con algo de verdad

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